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El sentido de nuestras partes

El sentido de nuestras partes



Hay días en los que nada es suficiente, días en los que no vale la pena nada ni nadie, días que están en sus días.

La depresión se acuesta con el tiempo. El viento se roba las ideas y pensamientos hermosos junto con profundos secretos, las miradas de todos se tornan transparentes e inexpresivas, las cosas dejan de ser cosas y desaparecen, no hay sonrisas que expongan una sincera alegría, caminar se vuelve un trabajo duro porque mientras vas a tu destino, este sin fin de cosas están pasando y todas al mismo tiempo, queriendo detenerte.  Por dentro estas quieto deseando no seguir vivo en esta realidad o al menos queriendo no sentir. El cuello estorba, la nariz está de más; porque metafóricamente se vuelve real el hecho  de que se pueda oler la tristeza o el amor, o que de alguna manera inexplicable, las ganas de llorar entren por los orificios nasales con depresivas cosquillas que abren el siniestro baúl que has sellado con lágrimas y voluntad  en la memoria de tu corazón para no recordar esos momentos con otro ser o seres que te usurpan solo con escuchar sus voces así no estén allí, así no existan. Las manos son el peor castigo porque en su memoria de sentidos táctiles está la marca de tu piel, tu cuerpo entero se hospedó en todas y cada una de mis partes con desconocidas intenciones e irreconocibles facetas de ti que yacían escondidas en tu baúl de secretos peculiares abierto por un código o patrón de miradas intercambiadas. Ninguna dirigida a mí, pero si a causa de mis palabras. Porque no puedes verme cuando la conversación trata de lo que fuimos, pues tus ojos se van cerrando de pena y yo sigo recitando frases que me salen congeladas. Palabras mal entonadas que no alcanzan ni el más mínimo nivel de comprensión debido a mis nervios, pero que tú por instinto entiendes porque me conoces más que a mí mismo, porque aun intentando ser indiferente, no puedes ignorarme, y menos sabiendo que es de mi ser, las cosas más simples las que te enamoran.

Tú cabello, intocable, único, castaño, bañado en una capa de miel oro. Constituido según mi descripción después de conocerme, dudo que algún otro ser con retinas hubiera sido capaz de verle así, además de que fueron mis manos las que más habitaron y fertilizaron su raíz, aprovechando así mismo para invadir tu memoria mientras en la acción manteníamos una breve charla sentados en un sofá viendo la supuesta piel que cubre nuestras realidades emocionales. Este día si vale la pena.

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