¡Hola soy colombiano! y vivo en un país constituido por un estado unitario,
social y democrático de derecho, políticamente organizado en 32 departamentos. Un
país donde la flora y la fauna reinan y decoran su relieve. En un país donde el
pueblo ignora su historia y herencia, donde los únicos vivos son los políticos y
los que se niegan a morir con los ojos abiertos son hippies, revolucionarios y
anarquistas que aborrecen los métodos de adquisición monetaria por parte de la burguesía,
y que son sometidos al olvido y la desesperación. Soy colombiano y no ignoro mi
historia, sé algo de la patria boba, sé que durante este periodo, la palabra “federalismo”
se convirtió en la soberbia doctrina de la impotencia. Las derrotas iniciales
de Bolívar, el conservatismo oligárquico del Perú virreinal y la política
centralista de Buenos Aires en el Sur. Sé de dónde venimos, como llegamos y en
que barranco vamos a terminar todos untados de estiércol y rodeados de aparatos
que hace un siglo no eran necesarios para poder participar, para tener voz y
para lo que sea que fuera en aquel entonces.
La política en mi país es como
una fogata
Hola soy colombiano y no ignoro la desgracia que nos ha hecho vivir la política
con todas sus pretensiones que supuestamente optimizarían tanto la vida del
ciudadano colombiano, como el estilo y manejo de la misma. La política en mi país
es como una fogata. Primero, antes de prenderla, se debe ir a una escuela en la
que no te enseñen historia y cultura patriarcal, como para que no te ames, y te
importe un carajo si algún día llegaran a demoler el Castillo del Salgar en Barranquilla o Tibasosa en Boyacá, para construir centros comerciales donde lo único
bueno es el baño. Lugares que luego terminarían transformándose en basureros,
lugares que USTED por desgracia gitana o política yo que sé, no sabía que existían
en sus propias tierras.
Con respecto a los impuestos
El pueblo colombiano siente que cumple con su labor de financiar al estado. Esto es un
deber del ciudadano según el numeral 9 artículo 95 de nuestra constitución política.
Así mismo también se le concede al estado la petición de cumplir con su deber y
de servir a la comunidad dice el artículo 2.
El impuesto no es más que una imposición, una imposición económica que le
desbarata los sueños patrimoniales a cualquier ciudadano. Una imposición que
abusa del esfuerzo laboral con que el individuo emplea sus capacidades para
poder sobrevivir en un globo ilusorio político. Sabemos que quienes hacen parte
de la estructura estatal se benefician con el mismo dinero que le quitan al
pueblo, por eso es que muchos acuden a las evasiones tributarias en Colombia. Una
razón clara es la aparente inmoralidad de los impuestos de cara al ciudadano
debido al uso que el estado hace de estos.
En Colombia los impuestos regresivos son pan de cada día. Hasta el más
infeliz debe pagar un impuesto al estado si quiere comer, si quiere vestirse,
si quiere utilizar el transporte público, etc.
Soy colombiano y quiero que cese el hambre, soy
colombiano y quiero que dejemos de sustituir nuestras tierras y reliquias por basura comercial,
soy colombiano y quiero que todos seamos colombianos de verdad, si el estado cumple con sus obligaciones comunitarias, el pueblo tambien.
Luis Eduardo Valencia
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