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Un cable con alma de guerra





Por Valentina Muñoz.

Es el martes, 14 de marzo del 2017, son las 4:37pm y mientras voy camino a mi casa en la ruta E41 del sistema de transporte publico MIO, pienso con qué voy a iniciar, lo pienso una y otra vez, hago cuentas de todo lo que he visto, todo lo que he escuchado y todo lo que he leído en toda mi vida, y después de eso, solo después de hacer un inventario exhaustivo de toda la información de mi vida, tomo una decisión.
Ya en mi casa, sentada en un mueble que talla solo de verlo, frente al ruido molesto del televisor, comienzo con la misión. Soy Valentina Muñoz, y aunque Freire al leer esto probablemente se reirá, o me regañará, no encuentro cómo explicarlo y solo diré que esta es mi crónica.
Son las 2:04 de la tarde, llego 26 minutos antes de lo establecido a la estación del mio Unidad deportiva, recuerdo junto con mis compañeras: Erly,  Nathalia, y Laura que debo imprimir mi formato, entramos al centro comercial Cromocentro y buscamos donde hacer la impresión, pero terminamos sacándole fotocopia al formato de Erly.
Volvemos a la estación, ahí me encuentro con mi profesor y algunos compañeros que han llegado al lugar, es una tarde fría, las mesas están llenas de gotas de lluvia estancada, tengo ansias de partir, aunque Freire no nos ha dicho a donde vamos, por estar en esa estación y no en otra, yo ya he pensado por varios minutos en que vamos a subir a Siloé, la comuna 20 de la ciudad de Cali, ubicada en el occidente de la ciudad y la cual limita con el oriente y el sur, conocida como Siloé por el nombre de su primer barrio. Mientras transcurre el tiempo y esperamos a los compañeros que faltan, Yeiderman lee un libro, Erly compra comida y los demás solo esperamos a partir. Efectivamente como yo lo había pensado, vamos a Siloé, me entusiasma mucho visitar este lugar, es como otra  ciudad dentro de Cali.
Abordamos la cabina del mio cable, el profesor envía a Yeiderman con mis compañeras Laura, Natalia, Luna, Erly, Eliana, mi compañero Alejandro y conmigo. Se supone que Yeiderman va a cargo, pero es el que más asustado está, su cara se ve petrificada, está blanco y hasta frío. Los demás van observando el paisaje mientras lo comparan con las favelas de Medellín, yo solo pienso en el momento de llegar, y aunque las alturas me dan miedo, las ansias de llegar no son por bajarme de la cabina, son por las expectativas que llevo conmigo.
Al momento de bajar de la cabina, todos hablan y se ríen, me entusiasma verlos unidos, somos un grupo grande, y nunca hablamos tanto. El profesor da instrucciones de observar el lugar y todos se dispersan, me quedo con Erly y comenzamos a bajar unas escaleras. En forma de chiste le digo –Me siento bajando por dentro de un ascensor. Ella no contesta y solo seguimos, al llegar al segundo piso vemos a un grupo de personas reunidas, intentamos prestar atención pero todos notan nuestra presencia y nosotras solo continuamos caminando, bajamos al tercer piso, ahí ya no hay nada, solo se ve a un vigilante.
Le digo buenas tardes, y el solo contesta con una mirada. Se nota que no quiere hablarme, yo me hago la loca con Erly y trato de hablarle de nuevo, ésta vez le pregunto qué sector es éste, una pregunta bastante estúpida, pues frente a mí estaba el letrero con el nombre del sector (Brisas de mayo)                                                                                    yo solo quería entablar una conversación con aquel hombre alto, de cuerpo grueso, afro y de mirada penetrante, pero todo intento fue fallido y decidimos subir de nuevo.
Esta vez Erly me dice que le hablemos a las personas reunidas, a mí me da vergüenza interrumpir, pero ella como siempre se lanza hacia ellos, se presenta y entonces me animo a acercarme. Ellos tratan de explicar que están ocupados, pero de repente uno dice que puede atendernos, nos hacemos un poco  más lejos de la reunión y comenzamos a dialogar. Se trata de Jhony Guerrero, un señor que a primera impresión causa respeto, en su cara se ven los años que tiene, y que no la ha pasado nada bien, lo digo porque es un rostro con trayectoria, el rostro de un hombre con una historia que contar. Un fotógrafo de profesión que vive en Siloé desde 1970.  Lo primero que él  hace al sentarse es preguntarnos qué queremos saber, “¿Ustedes que es lo que quieren saber?, aquí ya han venido varios estudiantes, les hemos mostrado las instalaciones, hemos hecho caminatas ecológicas con ustedes de la Autónoma, ¿qué es lo que quieren saber ustedes?” Nos dice con un tono desesperado, un poco enrredado a lo que mi compañera Erly le responde:
—Yo quiero saber cómo empezó el mio cable.
— ¿Pero, como empezó o de quien fue la idea? Pregunta de nuevo Jhony.
—Si o sea, todo. ¿Cómo empezó, de quien fue la idea? todo. Trata de explicarle Erly.
Mi compañera Erly saca su celular, comienza a grabar, y es justo ahí donde comienza el relato.
Primero nos cuenta que la idea del mio cable surgió hace 30 años por Rubén Hurtado, militante del M-19, quien en ese momento era presidente de la junta de acción comunal y fue asesinado hace 25 años. “Al principio la idea no era como está ahorita, él pensó un plan muy ambicioso, que era conectar Los chorros, Siloé, Cristo rey y Las tres cruces, que eran todos los farallones en El Cairo. Él quería conectar todo lo que era la ladera para pues…ustedes ya saben” dijo Jhony, queriendo dar a entender que Rubén Hurtado quería delinquir por medio de éste, pero sin decirlo.
El mio cable está en funcionamiento desde el 17 de Septiembre del año 2015, pero el proceso comenzó 5 años atrás, se llevó a cabo durante la alcaldía de Jorge Iván Ospina y tuvo retrasos ya que las casas cercanas a la construcción no tenían escrituras, por lo tanto debieron hacer la legalización de las propiedades. Al principio se tenían presupuestados $45’000.000, pero finalmente se invirtieron $96’ 143.000, según un informe del periódico el País.
“Al principio hubo problemas para la construcción, porque los muchachos dijeron que no, que el cable no se hacía, y pues los grupos tenían tomado esto” Dijo Jhony.
¿Los grupos delincuenciales? —Le pregunté­­­— Si, sí. Contestó Jhony, aclarando que no le gusta llamarlos así.
Mi compañera Erly tartamudea en algún momento, silabeando en voz baja y luego pregunta ¿Cómo usted cree que la comunidad recibió el mio cable?— “Hay muchos mitos, pero…cómo le digo, el periodista amarillista no viene acá. El periodista amarillista va a Belisario Caicedo que es gente que no utiliza el cable, por obvias razones, Belisario está en toda la avenida de los cerros y cómo van a subir hasta la loma a utilizar un cable si el bus del alimentador pasa por toda la calle. Entonces si usted va y le pregunta a alguien de Belisario para qué le sirve el mio cable ¿Qué le va a contestar?”
—Que para nada— Le contesto yo, con un leve aire de resignación.
—Eso es lo que hace el periodista del País, el periodista amarillista, el que no le interesa sino dar la noticia que no es— dice Jhony un poco alterado, en su rostro se refleja la indignación que le causa el sentirse utilizado por los medios— Pero al que le interesa tal como tal viene es al punto que es.
“Para la comunidad es un cambio de vida muy grande ¿Por qué? Porque antes una persona tenía que coger un moto taxi, bajar al plan, después de bajar al plan coger un bus que lo llevara hasta cierta parte. A veces tocaba hasta tres transportes de ida y tres de venida. Si usted suma eso al mes, la gente prácticamente no tenía como pagar un arriendo o como mercar. Hoy en día con un solo pasaje van, abordan el cable, luego abordan el mio y van a toda parte que quieran” Nos dice Jhony tratando de explicarnos la escases de recursos económicos en los que vive la comunidad. Además haciéndonos una invitación a hablar con la comunidad del sector, para que de primera mano nos demos cuenta de que realmente el mio cable les ha cambiado la vida.
— ¿El mio cable ha representado oportunidades de trabajo para ustedes? Pregunta Erly interrumpiéndolo.
—Haber le digo, solamente con decirle que el 99% de personas o el 98% del personal es de aquí de la comunidad.
—O sea, ¿son ustedes mismos los que mantienen esto? Pregunta nuevamente Erly.
—Un claro ejemplo soy yo, yo a mis 54 años que tengo envié la hoja de vida, me hicieron todos los exámenes y me dijeron: Entre. Yo llevaba ya 15 años sin empleo, sin trabajar en una empresa, solo hacía trabajos informales.
En ese momento por primera vez en la tarde  mi compañera Natalia habla, se disculpa por la interrupción y pregunta:
— ¿A qué se dedica usted?
—Yo soy socializador
— ¿Pero en sí, cual es la función que usted cumple aquí?
—Trabajar lo social, nosotros tenemos programas aquí, haber le explico… nosotros quisimos ayudar a los jóvenes pues, mal llamados “Pandilleros”, que para nosotros son jóvenes con falta de oportunidades a que ingresaran al Sena y nos llevamos la gran sorpresa de que el joven aquel que mandaba la pandilla no tenía sino hasta tercero de primaria.
El Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA) es una institución pública colombiana encargada de dar programas de formación complementaria y titulada. Es ahí donde me pierdo en la explicación de Jhony y me transporto al colegio, recordando a todos aquellos compañeros que justamente por lo mencionado por Jhony “falta de oportunidades” abandonaron las clases para delinquir; y entonces, en medio de todas las palabras de Jhony, en todas sus interpretaciones y sus expresiones me encuentro. Lo escucho decir que los niños no tienen recursos para ir al colegio y viene a mí la imagen de mi compañero Arizala entrando por la puerta del salón con su camisa más amarilla que blanca por la falta de hilo causada por el deterioro y sus zapatos negros brillantes con un roto en la punta, pero su cara de felicidad por poder ir a recibir una clase de cualquier materia que se diera cada día. De repente, siento que la mirada de Jhony se dirige hacia a mí, mientras habla y entonces me veo obligada a dejar de recordar el colegio y volver a la conversación.
“Cómo la mayoría no había terminado el bachillerato conseguimos unas fichas, mejor dicho “Nos dimos la pela” con entidades privadas para que estas personas, que ya son personas de 25 y 30 años pudieran estudiar en ciclos intermedios” Dice Jhony entusiasmado, pues éste proyecto del cual hace parte, lo satisface. “Nos ha sorprendido que empezamos con 100 personas y ya hay 500, pero diga usted que de esas, 450 son mujeres. La sorpresa de nosotros es que el hombre no quiere estudiar, es la mujer la que quiere salir adelante” Dice Jhony, de repente nos mira a todas y dice —Y lo veo, ¿Cuántas mujeres hay aquí y cuantos hombres?— Todas nos miramos y efectivamente sí, de 13 personas que para esas alturas de la conversación estaban ahí, solo 1 era un hombre, que pasa ser sincera  no contaba mucho, pues su presencia no hacía relevancia en la conversación y apenas en ese momento se dio cuenta de la situación. Todas nos reímos y él interrumpe diciendo “No es que sea machismo ni nada, pero las mujeres nos están ganando la partida, pues ellas se están capacitando mientras nosotros seguimos en las esquinas tomando cerveza o detrás de un partido de futbol” Mi compañera Luna lo mira, queriéndole avisar que va a preguntarle algo y prosigue.
— ¿Entonces el mio cable, aparte de transformar la vida de las personas aporta... Él no le permite terminar la pregunta pues inmediatamente le responde
—En lo social, nosotros tenemos un grupo de zanqueros, de teatro y de salsa en ésta estación, en la estación de debajo de tierra blanca hacemos aero rumbas para las mamás que no tienen como ir a un gimnasio y además presentamos películas los domingos para los papás que no tienen como llevar a los hijos al cine, entonces nosotros les presentamos la película, les damos el refrigerio y las personas pueden compartir en familia. Nosotros a partir del mio cable hemos creado una comunidad más unida y que se permite hacer otras cosas que antes no se podía.
Luego de dejarnos claro que el mio cable ha sido no solo un medio de transporte, sino el camino hacia la transformación de su comunidad, crea una perspectiva acerca  de donde están ahora y cómo comenzaron en ese lugar, entonces evidencia que Siloé fue un asentamiento de las personas que llegaron ahí, invadieron el lugar y se repartieron como creyeron equitativos los lotes donde ahora están construidas sus casas, justificando entonces el aspecto de las calles y la lógica de que hayan 3 o 4 casas construidas una encima de la otra. Luego, con una expresión de emoción nos informa que la tasa de homicidios después de la construcción del mio cable bajó un 60% y finaliza agradeciéndonos por haberle permitido contar todas estas cosas por las cuales según él los medios “Amarillistas” no se preocupan.

Me despido de Jhony con una sincera efusividad, salgo del lugar y termino mi jornada, con un gran sentimiento de alegría. Me siento satisfecha, pues éste hombre que al principio vi con una historia que contar atorada en su garganta, ahora es un hombre libre, y de alguna manera yo salgo de allí siendo parte de él y de su comunidad. 

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