y he vuelto
a la vida como un perdulario
queriendo
encontrarte en todas partes.
entre los
muladares clásicos de rúas adoquinadas
y entre la
peste del olvido te busco.
Morí
primero sobre el tronco de un laurel,
el cual me
domestico en instantes con el aroma de tu piel,
y desperté en mí otra vida, sobre el lomo de un
equino hibrido con alas,
que
pregonaba el himno de los vivos sin cansancio alguno.
Morí
nuevamente en los brazos de un humilde orfebre
y reencarne
en el cuerpo de un alquimista,
lance mirra
al aire y apostille tu nombre fuerte, intentando de la nada, sacar una copia
exacta de ti.
Morí mil
veces y ninguna viví.
En mi última
reencarnación fui galeote, en un barco clandestino, en dirección a napoly,
tierra de
eternos octubres y mares diáfanos,
en los que
halle uno de tus ensortijados y dorados rizos dentro de un relicario.
Y ahí estabas
tú vestida de sirena con un sayo en la cabeza,
y holgada
sobre una roca.
Volteas, me
miras.
Muero de
nuevo.
Luis Valencia.
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