Me gritan los opulentos en discursos falaces que baje la
voz,
me obligan a observar con crueldad masónica la barbarie
premeditada ,
la fosa común en la que yacen las esperanzas rotas de los
jornaleros aguerridos ,
y es que no es ninguna ambrosía el pan duro que han de roer
mañana ,
las camas de tabla irrumpiendo con sevicia en las espinas
dobladas por manos delicadas.
Me gritan los opulentos en discursos temerosos que baje la voz,
que no rebele a los oprimidos la verdad oculta sobre la manipulación
de lo etéreo y lo veraz,
el robo a banco armado a las reservas humildes que con
quimeras mestizas ocultan bajo el diván,
que no enseñe a los desvalidos como empuñar una pala para
cercenar las cabezas los cerdos,
cerdos humanos sin humanidad simbólica pero con ansias de
poder y traición.
Me gritan en discursos violentos que no escriba ni lea ,
que me abstraiga de mis imaginarios inmediatos que no sueñe
con salud ,
que me conforme con no morir por que vivir es un privilegio
exclusivo de los de arriba,
sus zapatos italianos aplastan mi cabeza mas no mi capacidad
de pensar ,
tres veces me disparas y cuatro me levanto vil patrón ,
porque soy el pueblo , la fuerza de los andes y quien te
mete el pan en la boca vago acomodado,
Grítame una vez más y sentirá tu garganta el pisotón de mi
patria doliente.
Santiago Angarita.
Santiago Angarita.
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