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Vagabundeando. Puerto Montt, Chile. julio 2017

Vagabundeando.
Puerto Montt, Chile.
julio 2017

Hay días largos,
El mundo está lleno de días largos,
Tan largos que estiran el alma,
Hasta tocarme las sombras.

Que tan bonito es sentirse en el sur,
Que tan bonito es pensarse en la cola del mundo,
Esperando,
Leyendo,
Caminando,
Saltando de lado a lado,
De letra a letra,
De paso a paso.

En la vieja Latinoamérica,
Tan vieja como los colonos alemanes que huyendo llegaron acá,
Qué bello es el puerto,
Estas calles tan frías,
Esas puestas de madera,
Esa extraña sensación de por fin estar en casa,
Sin estarlo.

Sentado frente al mar,
Mientras el todo gira,
Leo unas líneas de Gonzalo Rojas,
Tatuadas en el piso.
Anoche te he tocado y te he sentido
sin que mi mano huyera más allá de mi mano,
sin que mi cuerpo huyera, ni mi oído:
de un modo casi humano
te he sentido.

Palpitante,
no sé si como sangre o como nube
errante,
por mi casa, en puntillas, oscuridad que sube,
oscuridad que baja, corriste, centelleante.

Corriste por mi casa de madera
sus ventanas abriste
y te sentí latir la noche entera,
hija de los abismos, silenciosa,
guerrera, tan terrible, tan hermosa
que todo cuanto existe,
para mí, sin tu llama, no existiera.”

 Y te recuerdo,
Te recuerdo como un pálpito andante,
Como una pesa en mi maleta,
Como una maldita lucha con la esquizofrenia de las noches eternas,
Como la corroída faena de la espera,
Y la espera,
Y espero.

Y sentado, frente a las nubes australes
Leyéndote las curvas desde infinitos ángulos, desde infinitas letras,
Pensando,
Qué bonito es este pueblo, que bonita es esta tarde, que bonita es esta espera, que bonitas las revelaciones.
Qué bonito el peso, que bonitos tus colores, que bonitas callejuelas, que bonitos esos gordos que mirando al mar esperan.
Qué siento envidia.




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